Mi
caso es un poco peculiar porque me gusta el terror, pero sólo cuando
lo leo. Déjame a mí de películas de terror donde desmembramientos,
gente subiendo por escaleras cuando el sentido común te dice que las
bajes, asesinos con hachas, cuchillos, garfios, sierras mecánicas (o
lo que tengan más a mano) y niñas saliendo de la tele campan a sus
anchas y no te queda otra que quedarte ahí hasta el final. Bueno, o
hasta que no puedes más y dices “aquí paz y después gloria, yo
me voy a la cama a ver si la capacidad de dormir no ha abandonado mi
cuerpo para siempre”.
Dame
a mí libros donde si lees que hay un payaso en una alcantarilla con
intenciones muy torcidas, los pelos se te ponen como escarpias pero
puedes dejarlo, tirarlo lejos y decidir que otro momento del día que
no de la noche va a ser el más apropiado para volver a cogerlo. Y
siempre vuelvo a cogerlo. Cuando leo, siempre quiero saber que va a
pasar al final por muy terrible que sea. Me gusta la literatura de
terror porque creo que es difícil hacerte pasar auténtico miedo
mientras lees, y cuando pasa, es de lo mejor. Me gusta la novela
gótica, las novelas de asesinos en serie, los vampiros, zombis,
hombres lobo y monstruos en general, el terror psicológico o el gore
más pegajoso. Cualquier cosa que tenga en su centro y en su
intención el hacerte pasar miedo. Mucho, cuanto más mejor.
Sin
embargo, la verdad es que a día de hoy el ser lector de literatura
de terror es a veces un poco complicado. Véase por ejemplo el
espacio que ocupa la sección de terror en las librerías.
Habitualmente es uno muy pequeño y suele estar mezclado con novela
negra, fantasía, ciencia ficción, o incluso romántica (por favor,
ni Sookie Stackhouse ni Bella Swan deberían estar ni remotamente
cerca de algo que quiera considerarse terror). Si quieres un título
específico lo más normal es que tengas que ir a encontrarlo a
internet, que no es que esté mal, pero te quita parte de la
satisfacción del “lo quiero y lo tengo ya” que produce comprar
el libro físicamente. Todo esto y que desafortunadamente no se
traduce al español toda la literatura de terror que se debería hace
que el panorama a veces se vea un poco desolador.
Y
ahí es donde me gustaría entrar a mí. Facilitar un poco las cosas.
Abrir un poco de camino a la hora de encontrar nuevos títulos,
descubrir nuevos autores, hablar sobre los de siempre, y en
definitiva darle a la literatura de terror la posición que merece.
Explorarla, disfrutarla y sufrirla, sufrirla mucho...