Como decía en la introducción de este blog, yo lo paso especialmente mal viendo películas de terror, y puedo aplicar el mismo sentimiento a las series, por lo que cuando ví el trailer, a pesar de tener un aspecto estupendo, reconozco que me dije a mí misma "esto no sé yo si va a ser para tí". Juzgad.
A mí me da miedito....
Bueno, la cuestión es que esto me ha dado la excusa perfecta para hablar de los "penny dreadfuls", a los que hace referencia el título de la serie. También llamados "penny blood" o "penny awful", eran básicamente historias de terror (escabrosas y sensacionalistas) que se vendían en la Inglaterra de mediados del siglo XIX, impresas en papel barato tipo pulp. Eran seriales, dividían el relato en partes y vendían una cada semana, costando cada parte un penique (el penny en cuestión). Después, los géneros se terminaron diluyendo y pasó a llamarse penny dreadful toda la literatura barata, impresa y vendida de esta manera. Sin embargo, su origen fue el terror y el mal rollo (dreadful significa espantoso, terrible), y gracias a ser tan accesibles contribuyeron a que hubiera menos personas analfabetas, especialmente jóvenes que eran los principales consumidores de esta literatura, aparte de ser una forma de evasión estupenda.
En esta sociedad victoriana donde la moral y la rectitud estaban muy marcadas para los ciudadanos ingleses, estas historias satisfacían el morbo y la necesidad de escapismo y aventura de una clase trabajadora un tanto asfixiada. Por supuesto, había multitud de críticas, sobre como estas historias estaban haciendo que las personas "pobres y desantendidas" (la juventud especialmente por supuesto) estaban siendo conducidas a un camino de crimen, asesinato, desenfreno y libertinaje. Siempre hay alguien que quiere fastidiar la diversión... sin mucho éxito debo de decir, porque tal era la afición a estas narraciones, que los jóvenes que no podían permitirse ni siquiera un penique a la semana, creaban clubs entre ellos, para comprarlos y luego compartirlos pasandóselos los unos a los otros.
Aunque los escritores de estas historias eran habitualmente de poca monta y mal pagados, lo cierto es que incluso autores reconocidos como Charles Dickens, Bram Stoker o Wilkie Collins, se beneficiaron del impacto de estas publicaciones, ya que ellos también publicaban sus novelas por entregas, y de una forma o otra también influenció su propia obra. G.K Chesterton incluso escribió un ensayo cantando sus virtudes, A Defense of Penny Dreadfuls.
El personaje popularizado por el musical y más tarde por la película de Tim Burton, Sweeney Todd, el barbero diabólico de Fleet Street, apareció por primera vez en una de estas publicaciones, en "The String of Pearls: a Romance".
Otros penny dreadful conocidos son "Varney the Vampyre" o "Mysteries of London".
Sweeney Todd le canta una oda a su cuchilla de afeitar
El escribir sobre todo esto me ha llevado a pensar en la arrogancia y el esnobismo que tienden a existir en el mundo literario, bueno, cultural en general. Yo siempre he defendido que es importante que la gente lea, el qué, pues mira, me da igual, porque sobre gustos no hay nada escrito. Quiero decir, que ponernos quisquillosos y que nos entren aires de grandeza porque nosotros leemos a Lovecraft y otros leen Crepúsculo es algo que no entiendo. Verdad como un templo que no se puede meter a la saga Crepúsculo dentro del género de terror por mucho que esté poblado de vampiros reflectantes, (yo me he leído los cuatro libros y me parecen un horror, cierto, pero por ejemplo, con los de Sookie, en los que está basada la serie de True Blood, me lo paso la mar de bien), pero a lo mejor son libros que han hecho leer a personas que hacía mucho que no lo hacían. Y eso es loable, porque por algo se empieza, y aunque habrá muchas personas que no vayan más allá, habrá otros, adolescentes seguramente, a los que les haya picado el gusanillo de la lectura, y que quieran leer sobre vampiros de verdad, ejem.
Exactamente como los penny dreadfuls.